Como la mitológica Ave Fénix, Charly Garcia (58), el prócer del rock nacional, se consumió en su propio fuego, para resurgir de sus cenizas renovado, con el alma y el corazón intacto. Muchos lo dieron por muerto, por terminado. Pero la vida le hizo un guiño cómplice, y hoy la realidad no puede estar más alejada de aquellos años en el infierno. Atrás quedó el músico descontrolado, el de los incidentes y las agresiones permanentes. Atrás quedaron sus días de 24 horas sin dormir, de excesos y adicciones. Hoy, distanciado de todo lo que lo alejó de la vida y bien cerca de quienes estuvieron en todo momento con él, reconstruyó la leyenda del hombre del oído absoluto, Carlos Alberto García Moreno volvió a los escenarios argentinos en el estadio de Vélez Sársfield. Bajo una lluvia torrencial, fue un show imborrable para las 40.000 almas que presenciaron el nuevo nacimiento de Charly, justamente en el día de su cumpleaños número 58, el 23 de octubre. Crónica de una noche en la que CARAS fue único testigo del renacer de un genio.
“Mucha gente está orgullosa de mí por lo que hice. Salí del infierno. No resulta fácil cambiar así. Sexo, droga y rock and roll están muy bien, pero uno en la vida, primero, es músico. Cuando estaba en una de las clínicas, en la televisión decían que estaba muerto. Ya me daban por muerto y aún me queda vida, porque renací. No son muchas las personas que llegan hasta donde yo llegué y toman envión, y se la bancan y se la bancan...”, le contó Charly a CARAS, momentos antes de salir al escenario.
Siempre acompañado por su manager y ángel guardián, Fernando Seresesky, el viernes Charly se reunió en el departamento que le prestó Ramón “Palito” Ortega, sobre la calle Ugarteche, con sus músicos. Los mismos a quienes llama su “nueva familia”: Hilda Lizarazu, Fabián von Quintiero, los chilenos Kiushe Hayashida, Tonio Silva Peña y Carlos González, y Carlos Alberto “el Negro” García López. Allí, vieron un poco de televisión, charlaron acerca del show y Charly habló varias veces con “Palito”, gran responsable junto a su familia y a Seresesky del “milagro García”. Y si no que lo diga el propio músico: “Lo de Palito fue algo increíble, porque si no hubiera estado él, no sé qué hubiera pasado... Me hubieran llevado a una granja. Y él me ofreció su casa. Tomó mi vida como un asunto personal, como si fuese su hermano”, contó.
Lejos de su peor momento -en junio de 2008, cuando corrió desnudo, rompió un televisor y agredió a un empleado de un hotel en Mendoza y fue atado ensangrentado a una camilla para trasladarlo a un hospital-, hoy Charly lleva una vida apartado de las drogas, el alcohol y los excesos. Va de su casa a los ensayos, cena con amigos, se acuesta a la una de la mañana y se levanta a las diez. En una entrevista que le realizó Jorge Lanata para el Diario Perfil, García se sinceró: “Cuando fui a lo de Palito apenas podía caminar, muchos no daban dos mangos por mi, le puse huevos. Ahora me acuesto temprano y me levanto a los 10 de la mañana, aunque después de las clínicas donde estuve me volví insomne. En Dharma estuve tres días atado a una cama”.
Siguiendo con las visitas que recibió el músico, también se acercó hasta el departamento Nicolás Cuño, el dueño de la marca Key Biscayne y asesor de imagen de García hace seis años. Él le planificó su look para toda la noche. “Charly lució un jean con una chomba negra, una campera de tela arrugada y calzado negro. Para el show usó un pantalón chupín ajustado y una camisola larga negra. Cuando la temperatura descendió notablemente se puso un poncho que le regalaron en Perú. Y para el festejo íntimo preferimos una camisola con una chaqueta Beatle, de cuero, entallada y pantalón chupín al tono”, aseguró el empresario textil.
Alrededor de las 18:00, la banda partió en una Van de lujo hacia Vélez por la calle Juan B. Justo. Al llegar al Amalfitani se refugiaron en el camarín, donde los esperaba “Pichón” Baldinu, el creador del grupo “De la Guarda” y responsable de montar una parte del show. Charly fumó algunos cigarrillos, comió quesos y antes de salir a escena tomó varias Gatorade de diferentes sabores. A las 21:00 llegó su joven novia, Mercedes Iñigo (22), más conocida como “VJ Mecha”, quien de inmediato fue al camarín con una amiga. Los novios se saludaron con mucho amor, y luego de un largo abrazo el músico la besó con pasión y se preparó para su gran día. “Extrañaba el túnel del estadio y escuchar el rugido de la gente, la subida al escenario. Yo dejé a la gente, no fue la gente la que me dejó a mí”, dijo Charly con cierta melancolía.
Con el estadio colmado y sin huecos a pesar de la lluvia, el viento y el frío, el músico salió a escena cerca de las 22:00. Y una ovación lo recibió. “No importa ni la lluvia ni los relámpagos, hoy vuelve el más grande”, le decía un joven, con lágrimas en sus ojos, a su padre. Hippies, roqueros, glams, grandes, chicos, bebés y hasta abuelos se habían congregado, portando brazaletes con la leyenda: “Say no more”, para volver a corear los clásicos de Charly. Solo y sentado al piano, abrió el recital con “El amor espera”, un tema de su disco “Ingfluencia”, editado en 2002. Luego fue dando rienda suelta a los clásicos “Funky”, “Parte de la religión”, “Promesas sobre el bidet”, “Yendo de la cama al living”, “Demoliendo hoteles” y “Los dinosaurios”, entre otros. El gran invitado de la noche fue Luis Alberto Spinetta, con quien cantó “Rezo por vos” bajo una lluvia torrencial. Desde las plateas, emocionados, Nequi Galotti y Bartolomé Mitre casi no podían creer la energía desplegada por García, tanto como Mike Amigorena, Emilia Attias, “el Turco” Naim, Evangelina Salazar, Emanuel Ortega, Ana Paula Dutil y “Rosarito” Ortega, algunas de las celebridades presentes en Liniers. Quien más se lamentó de no haber podido estar presente fue “Palito” Ortega, quien tuvo que viajar a Rosario.
Con la adrenalina a full, Charly desmostró estar más vivo que nunca. Durante dos horas brindó un recital de alto vuelo, y todo lo que era impensado hace un año, hoy es un hermoso sueño hecho realidad. “Dijeron que no podía cantar, que no podía tocar, que no podía resistir, ni volver. Y una vez más, Charly demostró que todo lo puede. Nosotros siempre supimos que podía. Lo vemos todos los días. Cantó dos horas bajo un diluvio, con viento, frío, y la rompió”, dijo sonriente Seresesky tras el show organizado por Fenix Entertainment Group. Pero aún quedaba lo mejor de la noche: su festejo íntimo, la celebración de su cumpleaños con 150 invitados en el bar Belushi, de Palermo Viejo. En un principio se iba a realizar en el Soul Café, pero al mediodía, durante un encuentro casual de Fabián von Quintiero con Fernando Aleixo, el dueño de Belushi, se combinó el cambio de escenario. Y los dueños de casa prepararon un salón a la altura de las circunstancias, decorado con globos que provocaron la sonrisa de Charly apenas ingresó, a la 01:30. Inseparable de su novia, el músico recibió a cada uno de los invitados con dos frases de cabecera: “Gracias por venir”, les decía con sincero agradecimiento, y enseguida preguntaba: “¿Te gustó el recital?” Además, en cada saludo remarcó la presencia de “Mecha”, a quién presentó siempre como “mi novia”.
El homenajeado y su chica se instalaron en un sofá que hacía las veces de cabecera. Y fueron varios los privilegiados que se fueron sentando a su costado: Hilda Lizarazu, García López, Pedro Aznar y una mujer que mucho tuvo que ver en su recuperación. Se llama Gabriela Aisenson, es doctora en Psicología de la UBA, y todos le atribuyen una buena parte de responsabilidad en el renacer del ídolo. Dicen que logró transformar el vínculo terapeuta-paciente en una cálida amistad, y que aporta una contención indispensable para este momento. También fueron a la fiesta el “Zorrito” von Quintiero, “Gillespie”, Joe Fernández (amigo de Fernando Seresesky y del “Zorri”, fue a buscar un bajo a su casa porque la banda se había olvidado de llevar uno a Belushi), Emanuel Ortega y Ana Paula Dutil, Rosario Ortega con amigas, “Lolo”, el guitarrista de Miranda, Oby Defino, y Diego Finkelstein, de la productora Fenix, con su novia, la modelo Soledad Ainesa.
La música rock del deejay animó la velada, mientras en la barra los invitados se servían tragos, gaseosas y cervezas. Cuando Charly se levantó y encaró hacia el escenario, había olor a show. Conversó con mucha gente, siempre con la sonrisa a cuestas, y haciendo algunos comentarios tan distintivos de su humor como “miren, estoy seco”, en alusión al temporal que no logró afectarlo. Hasta que los músicos comenzaron a tocar y él, siempre con un As en la manga, se puso a bailar con su novia al borde del escenario. Pero bastó que García López anunciara: “Hoy es el cumpleaños de Charly”, para que suba raudamente y se siente frente al teclado. Con Gillespìe, Lizarazu, y “el Negro”, más el resto de sus músicos, comenzó un increíble recital privado con temas de Los Beatles, los Rolling y clásicos de Charly. Después subieron Aznar, con la torta que le preparó el chef de Belushi y “el Zorrito”. Entonces sonaron “El perro andaluz” y “No llores por mí, Argentina”. Fueron dos horas únicas de música que no tiene precio, y que todos los invitados disfrutaron por igual, mientras las camareras (por orden de Charly y del PR “Polaco” Moreno), le ofrecían torta a los privilegiados testigos.
La noche terminó tarde, a eso de las cinco y media, pero en paz. Después del tamaño esfuerzo que le significó hacer casi dos recitales, Seresesky advirtió que era el momento de partir. Y se llevó a Charly con su novia al departamento donde comenzó y continúa la recuperación. “El oído absoluto se había hecho absolutamente sordo. Era como Beethoven, sentía todo en mi cabeza y así hacía arte. Estaba todo bien porque la música en ese momento también me encantaba, pero... evidentemente uno piensa que es Superman, y en un momento esa idea te pasa la factura”. El broche final de Charly para la noche de su resurrección.
Por Carlos Cervetto
“Mucha gente está orgullosa de mí por lo que hice. Salí del infierno. No resulta fácil cambiar así. Sexo, droga y rock and roll están muy bien, pero uno en la vida, primero, es músico. Cuando estaba en una de las clínicas, en la televisión decían que estaba muerto. Ya me daban por muerto y aún me queda vida, porque renací. No son muchas las personas que llegan hasta donde yo llegué y toman envión, y se la bancan y se la bancan...”, le contó Charly a CARAS, momentos antes de salir al escenario.
Siempre acompañado por su manager y ángel guardián, Fernando Seresesky, el viernes Charly se reunió en el departamento que le prestó Ramón “Palito” Ortega, sobre la calle Ugarteche, con sus músicos. Los mismos a quienes llama su “nueva familia”: Hilda Lizarazu, Fabián von Quintiero, los chilenos Kiushe Hayashida, Tonio Silva Peña y Carlos González, y Carlos Alberto “el Negro” García López. Allí, vieron un poco de televisión, charlaron acerca del show y Charly habló varias veces con “Palito”, gran responsable junto a su familia y a Seresesky del “milagro García”. Y si no que lo diga el propio músico: “Lo de Palito fue algo increíble, porque si no hubiera estado él, no sé qué hubiera pasado... Me hubieran llevado a una granja. Y él me ofreció su casa. Tomó mi vida como un asunto personal, como si fuese su hermano”, contó.
Lejos de su peor momento -en junio de 2008, cuando corrió desnudo, rompió un televisor y agredió a un empleado de un hotel en Mendoza y fue atado ensangrentado a una camilla para trasladarlo a un hospital-, hoy Charly lleva una vida apartado de las drogas, el alcohol y los excesos. Va de su casa a los ensayos, cena con amigos, se acuesta a la una de la mañana y se levanta a las diez. En una entrevista que le realizó Jorge Lanata para el Diario Perfil, García se sinceró: “Cuando fui a lo de Palito apenas podía caminar, muchos no daban dos mangos por mi, le puse huevos. Ahora me acuesto temprano y me levanto a los 10 de la mañana, aunque después de las clínicas donde estuve me volví insomne. En Dharma estuve tres días atado a una cama”.
Siguiendo con las visitas que recibió el músico, también se acercó hasta el departamento Nicolás Cuño, el dueño de la marca Key Biscayne y asesor de imagen de García hace seis años. Él le planificó su look para toda la noche. “Charly lució un jean con una chomba negra, una campera de tela arrugada y calzado negro. Para el show usó un pantalón chupín ajustado y una camisola larga negra. Cuando la temperatura descendió notablemente se puso un poncho que le regalaron en Perú. Y para el festejo íntimo preferimos una camisola con una chaqueta Beatle, de cuero, entallada y pantalón chupín al tono”, aseguró el empresario textil.
Alrededor de las 18:00, la banda partió en una Van de lujo hacia Vélez por la calle Juan B. Justo. Al llegar al Amalfitani se refugiaron en el camarín, donde los esperaba “Pichón” Baldinu, el creador del grupo “De la Guarda” y responsable de montar una parte del show. Charly fumó algunos cigarrillos, comió quesos y antes de salir a escena tomó varias Gatorade de diferentes sabores. A las 21:00 llegó su joven novia, Mercedes Iñigo (22), más conocida como “VJ Mecha”, quien de inmediato fue al camarín con una amiga. Los novios se saludaron con mucho amor, y luego de un largo abrazo el músico la besó con pasión y se preparó para su gran día. “Extrañaba el túnel del estadio y escuchar el rugido de la gente, la subida al escenario. Yo dejé a la gente, no fue la gente la que me dejó a mí”, dijo Charly con cierta melancolía.
Con el estadio colmado y sin huecos a pesar de la lluvia, el viento y el frío, el músico salió a escena cerca de las 22:00. Y una ovación lo recibió. “No importa ni la lluvia ni los relámpagos, hoy vuelve el más grande”, le decía un joven, con lágrimas en sus ojos, a su padre. Hippies, roqueros, glams, grandes, chicos, bebés y hasta abuelos se habían congregado, portando brazaletes con la leyenda: “Say no more”, para volver a corear los clásicos de Charly. Solo y sentado al piano, abrió el recital con “El amor espera”, un tema de su disco “Ingfluencia”, editado en 2002. Luego fue dando rienda suelta a los clásicos “Funky”, “Parte de la religión”, “Promesas sobre el bidet”, “Yendo de la cama al living”, “Demoliendo hoteles” y “Los dinosaurios”, entre otros. El gran invitado de la noche fue Luis Alberto Spinetta, con quien cantó “Rezo por vos” bajo una lluvia torrencial. Desde las plateas, emocionados, Nequi Galotti y Bartolomé Mitre casi no podían creer la energía desplegada por García, tanto como Mike Amigorena, Emilia Attias, “el Turco” Naim, Evangelina Salazar, Emanuel Ortega, Ana Paula Dutil y “Rosarito” Ortega, algunas de las celebridades presentes en Liniers. Quien más se lamentó de no haber podido estar presente fue “Palito” Ortega, quien tuvo que viajar a Rosario.
Con la adrenalina a full, Charly desmostró estar más vivo que nunca. Durante dos horas brindó un recital de alto vuelo, y todo lo que era impensado hace un año, hoy es un hermoso sueño hecho realidad. “Dijeron que no podía cantar, que no podía tocar, que no podía resistir, ni volver. Y una vez más, Charly demostró que todo lo puede. Nosotros siempre supimos que podía. Lo vemos todos los días. Cantó dos horas bajo un diluvio, con viento, frío, y la rompió”, dijo sonriente Seresesky tras el show organizado por Fenix Entertainment Group. Pero aún quedaba lo mejor de la noche: su festejo íntimo, la celebración de su cumpleaños con 150 invitados en el bar Belushi, de Palermo Viejo. En un principio se iba a realizar en el Soul Café, pero al mediodía, durante un encuentro casual de Fabián von Quintiero con Fernando Aleixo, el dueño de Belushi, se combinó el cambio de escenario. Y los dueños de casa prepararon un salón a la altura de las circunstancias, decorado con globos que provocaron la sonrisa de Charly apenas ingresó, a la 01:30. Inseparable de su novia, el músico recibió a cada uno de los invitados con dos frases de cabecera: “Gracias por venir”, les decía con sincero agradecimiento, y enseguida preguntaba: “¿Te gustó el recital?” Además, en cada saludo remarcó la presencia de “Mecha”, a quién presentó siempre como “mi novia”.
El homenajeado y su chica se instalaron en un sofá que hacía las veces de cabecera. Y fueron varios los privilegiados que se fueron sentando a su costado: Hilda Lizarazu, García López, Pedro Aznar y una mujer que mucho tuvo que ver en su recuperación. Se llama Gabriela Aisenson, es doctora en Psicología de la UBA, y todos le atribuyen una buena parte de responsabilidad en el renacer del ídolo. Dicen que logró transformar el vínculo terapeuta-paciente en una cálida amistad, y que aporta una contención indispensable para este momento. También fueron a la fiesta el “Zorrito” von Quintiero, “Gillespie”, Joe Fernández (amigo de Fernando Seresesky y del “Zorri”, fue a buscar un bajo a su casa porque la banda se había olvidado de llevar uno a Belushi), Emanuel Ortega y Ana Paula Dutil, Rosario Ortega con amigas, “Lolo”, el guitarrista de Miranda, Oby Defino, y Diego Finkelstein, de la productora Fenix, con su novia, la modelo Soledad Ainesa.
La música rock del deejay animó la velada, mientras en la barra los invitados se servían tragos, gaseosas y cervezas. Cuando Charly se levantó y encaró hacia el escenario, había olor a show. Conversó con mucha gente, siempre con la sonrisa a cuestas, y haciendo algunos comentarios tan distintivos de su humor como “miren, estoy seco”, en alusión al temporal que no logró afectarlo. Hasta que los músicos comenzaron a tocar y él, siempre con un As en la manga, se puso a bailar con su novia al borde del escenario. Pero bastó que García López anunciara: “Hoy es el cumpleaños de Charly”, para que suba raudamente y se siente frente al teclado. Con Gillespìe, Lizarazu, y “el Negro”, más el resto de sus músicos, comenzó un increíble recital privado con temas de Los Beatles, los Rolling y clásicos de Charly. Después subieron Aznar, con la torta que le preparó el chef de Belushi y “el Zorrito”. Entonces sonaron “El perro andaluz” y “No llores por mí, Argentina”. Fueron dos horas únicas de música que no tiene precio, y que todos los invitados disfrutaron por igual, mientras las camareras (por orden de Charly y del PR “Polaco” Moreno), le ofrecían torta a los privilegiados testigos.
La noche terminó tarde, a eso de las cinco y media, pero en paz. Después del tamaño esfuerzo que le significó hacer casi dos recitales, Seresesky advirtió que era el momento de partir. Y se llevó a Charly con su novia al departamento donde comenzó y continúa la recuperación. “El oído absoluto se había hecho absolutamente sordo. Era como Beethoven, sentía todo en mi cabeza y así hacía arte. Estaba todo bien porque la música en ese momento también me encantaba, pero... evidentemente uno piensa que es Superman, y en un momento esa idea te pasa la factura”. El broche final de Charly para la noche de su resurrección.
Por Carlos Cervetto
Fuente: Revista Caras
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