domingo, 23 de enero de 2011

CHARLY GARCÍA"ESTOY TRANQUILO, PERO NO SOY UN MONJE"



Con una sonrisa dibujada en el rostro, Charly cerró el primer toque del año en Punta del Este. "Estoy contento. Tocar es lo que más me gusta", dijo García en entrevista con El País. A sus 59 años y tras haber pasado por un proceso de rehabilitación debido a su adicción a las drogas, el músico demostró que el escenario lo mantiene vivo. ¿Si hay Charly para rato? "Qué lo diga el público. Yo lo digo en el escenario", afirmó, con una botella de cerveza en mano, tras terminar su show. También habló de la política de su país, de la muerte del expresidente Néstor Kirchner, de "los giles y gilas que se dicen artistas" y de que, a veces, tiene ganas de "portarse mal".

-Es el segundo año consecutivo que elige a Punta del Este para comenzar su gira de shows. ¿Por qué trae el rock hasta acá?
-Es un lugar, digamos, extraño. La gente que veranea acá no es muy rockera, y hoy realmente esperaba a un público mucho más frío, como el del año pasado. Pero este año, por alguna razón cósmica, estaban super enganchados.

-¿Va a tocar en Montevideo?
-Podría ser. Debería ser así. No está confirmado, pero deberíamos tocar en Montevideo. Hace años que no tocamos ahí. ¿Existe el Teatro Solís todavía?

-Sí, y hecho a nuevo…
-Uh, estaría bueno.

-¿Cómo se siente hoy física y emocionalmente?
-Ahora estoy contento. Tocar es lo que más me gusta.

-¿Cómo es un día del Charly de ahora?
-No sé, porque esta semana decidí cambiar mi vida.

-¿Drásticamente?
-Bastante

-¿Por ejemplo?
-Por ejemplo, esforzarme a mí mismo, más de lo que me saldría fácilmente. Exprimirme y exigirme un poquito más. No dar todo por sentado. Hoy, por ejemplo, con el público fue un buen reflejo de la intención que yo tenía. Sin prejuzgar, lograr que un público entre comillas frío, cheto, no rockero, entendiera el mensaje, mejor de lo que fue el año pasado.

-Hasta hace un tiempo atrás la pregunta era: ¿Charly vuelve o no vuelve? Hoy en el escenario comprobó que está muy vivo. ¿Qué viene a futuro?
-El futuro mío es salud, dinero y amor.

-¿Y en lo laboral?
-En lo laboral es el dinero. Y en lo profesional, el amor (se ríe). No sé, yo nunca tomé la música como un laburo. Cuando la empecé a tomar como un laburo no me gustó mucho el después, estar conmigo a la noche, en mi cama, y saber que por ahí me estaba engañando un poquito. Como por la presión también un poco de portarse bien. Ahora me estoy portando bien, pero también portando mal, con lo cual me siento más completo. Sin pedir disculpas a nadie, por nada.

-¿Portarse mal qué significa hoy para Charly García?
-Y puede ser drogarse, vivir la vida del rock & roll, romper los hoteles.

-¿Está con un poco de ganas de eso también?
-Eso es inherente al rock y a los artistas. Los artistas son todos medios narcisistas, excéntricos, y también como que no les gusta ser empleados de una organización, sino buscar su camino. Y no sé, yo hice mi rehabilitación, es un período qué pasó, y en el que me esforcé mucho para salir. Entré al palo y salí al palo. Ojo, ahora tampoco me quiero hacer el monje, porque me tomo una cerveza también.

-¿Qué parte no le gusta de su trabajo?
-El negocio. Por suerte, con las discográficas tengo cero relación. No hay más discográficas serias, y no son ahora esencialmente el eje de la carrera de nadie, porque los discos se copian, y cualquiera puede hacer un hit en su casa con la maquinita. Ahora el centro del negocio son los shows.

-¿Le interesa la política?
-No, no. Lo que me interesó siempre fue la conciencia de luchar contra las dictaduras. Ahora que hay democracia está todo bien. Salvo que pase algo muy fuerte… la política va y viene y es siempre, más o menos, lo mismo. Hay mucha gente que ahora, no te digo que es oficialista, pero piensa que tan malo no es el gobierno. Pienso que el futuro del país es muy importante como para dejárselo a los políticos. La política es transar. Son transas y digamos… los políticos pasan y los artistas quedan.

-¿Qué sensación le causó la muerte de Néstor Kirchner y el movimiento social que generó?
-Cuando murió Mercedes Sosa también fue mucha gente. Y no sé… la muerte es una cosa extraña… era un tipo joven. Yo me puse un poco triste. Tampoco lloré. Me pareció una cagada, pero como son todas las muertes.

-¿Por qué insistió hoy en el show diciendo que es un artista con códigos, trayectoria, y pidió que se lo respete. ¿A quién iba dirigido ese guiño?
-Es lo que dicen las vedettes, todo el tiempo. Es que ahora hay tantos giles, gilas y vivos que se llaman artistas… ya cualquiera es artista. Todos hablan de los códigos y qué se yo. Los códigos son de la mafia.

-¿Cómo ve a Argentina hoy?
-Y hay un poquito menos de pelotudez, me parece. Aunque hay una gran audiencia para realities.

- ¿Mira televisión?
-Sí. Veo documentales, y a veces veo programas de chismes… y a veces lo veo a (Marcelo) Tinelli. Lo bizarro me atrae un poco. A mí y a toda la gilada que lo ve, no nos vamos a mentir. Mi amigo Diego Maradona parece que puede estar en el programa de Tinelli. Si él va como jurado, voy yo al lado de él. ¿Por qué no?

-¿Hay Charly para rato?
-Qué lo diga el público. Yo lo muestro en el escenario.

Requisito para la entrevista
Pasadas las 0:30 Charly se despidió del público, bajó del escenario y se dirigió a su camarín. Tomó cerveza y conversó con sus compañeros. Una condición para dar la exclusiva a El País, según dijo previo al toque su tecladista Fabián Quintiero, era que haya "felicidad". "Si hay felicidad después del toque Charly habla, advirtió. Y finalmente, hubo felicidad

Un ensayo muy, muy a lo Charly
Durante la prueba de sonido, previo al toque, se vio un Charly García muy diferente al que horas antes caminaba por las instalaciones del hotel boutique Casa Suaya (ver documental). Dando saltos, giros y con movimientos de brazos enérgicos dirigió a la banda por más de una hora y fue quisquilloso hasta el más mínimo detalle.

Tiró indicaciones a cada segundo y para todos los integrantes de la banda; algunas hasta con algún rezongo. "Negro (al guitarrista Carlos García López), esa parte tocala como lo hacías antes, ¿ok?". "No, no, no. Alto, alto, los acordes así no, chicos. Vamos de nuevo", repitió de forma constante.

También teorizó sobre algunos acordes: "¿Podes bajar el bombo un poquito? Un toque. Está en Fa el bombo, si lo bajamos a Mi va a pegar más. Siempre es mejor el Mi que el Fa. Es una pequeña diferencia pero vas a ver cómo hace. Ahora suena para el orto y me tengo que matar", hablaba Charly, contento por estar sobre el escenario. Abajo, en el camarín, y antes de salir a escenario, su novia Mecha Iñigo ofició de estilista del músico. Además de pintarle las uñas de rojo y producirlo, estuvo atenta a cada detalle, acomodándole el saco, haciéndole el dobladillo del vaquero, como una madre con su hijo.

Molleja y pizza para la presión
A las 15:45 del viernes, con un paso cansino, Charly García llegó al hotel boutique Casa Suaya, en José Ignacio, del brazo de su novia, y secundado por el resto de la banda. "Le bajó un poco la presión. Además no comió nada todavía", explicó el guitarrista de la banda, el negro Carlos García López, minutos después de presenciar como Charly se tambaleó para los costados antes de entrar al hotel.

Recién sobre las 17 horas Charly García bajó hasta el restaurante del hotel, Butiá, y pidió un menú "a lo Charly". Entrada de chipirones y envoltinis de berenjena con jamón, y de plato principal molleja, morcilla, ensalada y una porción de pizza. Para tomar, agua con gas y un refresco. Estuvo cerca de una hora en el restaurante, junto a su novia, Hilda Lizarazu y su manager.

Ya comido, a las 18 horas salió del restaurante y se dirigió a su habitación ya más repuesto, aunque con un caminar lento y del brazo de su novia. Ante la arenga de algunos presentes en el lugar, Charly respondió: "Esta noche la rompemos". Y se fue por una siesta reponedora.

A las 19 horas partió rumbo a Punta del Este, al estacionamiento del Conrad, para la prueba de sonido, previa al toque. En el camino se molestó por la cantidad de tráfico que les impidió llegar a destino más rápido.

En la prueba de sonido insistió con uno de los temas del último disco Kill Gil, No importa. Hizo repetir los acordes de esta canción más de 10 veces. Hubo elogios pero también rezongos para los integrantes de la banda durante toda la prueba de sonido. "¿Para qué ensayamos cuatro horas por día antes de venir acá? ¡Vamos chicos, vamos chicos!".

Detrás del escenario había un camarín exclusivo para Charly, con sándwiches, uvas, café, té y bebidas. La mujer del grupo, Ilda Lizarazu, tenía otro para ella y uno para la banda.

Fuente: El País de Uruguay
Por: Sebastián Auyanet y Gastón Pérgola

1 comentario:

Alejandro Laurenza dijo...

Esperemos que portarse mal no signifique realmente volver a las drogas. Ojalá que haya sido sólo un comentario provocador.

Un abrazo,
Ale.